sábado, 12 de septiembre de 2009

BACK TO SCHOOL...


Las vueltas que da la vida nunca dejarán de sorprenderlo a uno. El año pasado a estas alturas yo dedicaba mi vida laboral (aquella franja horaria en la que cambiamos nuestro tiempo por dinero) a estar en un centro comercial perteneciente a una empresa de logo con motivos triangulares verdes cuyo nombre no mencionaré pero que tiene gran importancia en este país (aunque la mayoría de las veces me pregunte por qué). Mi transcurrir diario era monótono y cotidiano; tras varios años "en el ajo" ya tenía la sartén por el mango, sabiendo qué teclas tocar en todo momento, cómo hacer y deshacer a mi antojo. Junto con un papel firmado que me ataba de forma fija a dicha empresa de motivos verdes triangulares, mi discurrir era cómodo y simple, sumido en una rutina basada en la reiteración de una actividad y el consecuente completo dominio de ésta. Vamos, mi vida era estable, tranquila, sencilla y confortable, había alcanzado un nivel que controlaba a la perfección, con el que podía ir tirando buenamente (como diría el amigo Eisen) y no tenía de qué preocuparme, todo estaba atado y controlado. Mi vida era cómoda y despreocupada, sumida en un remanso de paz estable. Qué poco podía imaginarme en esos días como, en tan sólo un año, iba a ver las cosas de una manera tan sumamente diferente a la visión inocente de esos tiempos. No podía imaginar que iba a aprender, por las malas, una frase que ya en sus primeros días de protagonismo en mi vida mi mejor amiga Nekoi iba a hacer mítica: "No es bueno estancarse".

El terremoto que sacudió los cimientos de mi apática comodidad fue el día en que, inesperadamente, mi mujer perdió su trabajo en el mismo centro comercial de la empresa de motivos verdes triangulares que antes he mencionado. De forma inesperada, como un jarro de agua fría que te cae y no sabes de dónde te ha venido, la Srta. Keiko se vio forzada a abandonar su puesto de trabajo de forma definitiva. A partir de ahí, la armonía que teníamos, la posibilidad de ir y venir juntos, de tener las mismas vacaciones, se perdió. Poco después, el ambiente de incomodidad, nerviosismo y tensión que ya venía asomando la cabeza tímidamente unos meses antes pareció estallarnos en la cara a tod@s cuando, se forma oficial a través de los medios de comunicación, se hizo oficial el comunicado: "Señores, nuestro país está en crisis". Fue cuando comenzó la caza de brujas del trabajador, y mucha gente comenzó a perder su empleo como su el efecto dominó se hubiera apoderado del mundo laboral. Un ambiente de cambio, un caldo de cultivo ideal que fue envenenando el ambiente que regía mi centro comercial y que desembocó en algo que nadie esperaba que sucediera de forma real: una vez pasada la vorágine navideña, la orgía de ventas y consumismo, la sección a la que yo pertenecía en aquel centro comercial de la empresa de motivos triangulares verdes desaparecía, dejándonos a mí y a mis compañeros con un futuro incierto. Durante el tiempo que estos hechos se fueron gestando, un sentimiento de confusión y descontento fue creciendo en mí, al principio sin darme cuenta, como un susurro que me hablaba a ratos sueltos, para después convertirse en una voz que enérgicamente me gritaba: "¿Pero qué estoy haciendo con mi vida? ¿Es este el camino que realmente quiero seguir?".

Movido por esas dos preguntas y en base a todo lo vivido y acumulado hasta entonces, mi mente comenzó a tramar una estrategia, un plan a seguir para lograr escapar de este mal ambiente. Me encontraba perdido, desorientado, Dazed and Confused (como la canción de Led Zeppelin) sin saber bien qué hacer, hasta que mi querida Nekoi me hizo una pregunta que hizo que viera la luz: "¿Y por qué no te pones a estudiar algo que te guste para cambiar de actividad?" Simple y efectivo, tan sumamente obvio que no sé cómo no se me había ocurrido antes. "Estudiar"... Una palabra que muchos años atrás utilizaba con mucha frecuencia, y que en esta etapa madura había caído completamente en el olvido. En ese momento me di cuenta de todo: había estado metido en una espiral de rutina y conformismo que me había limitado a mí mismo a estar metido en esa actividad, sin plantearme qué podría pasar si algún día esa tranquilidad se veía perturbada o modificada, sin pensar en tener un as en la manga por si todo mi mundo se derrumbaba. Me había acomodado, me había estancado, y no me había preocupado de ir "más allá" para tener alternativas. Y eso me estaba pasando factura, viendo cómo mi mundo había cambiado y cómo la motivación que antes me hacía ir adelante había desaparecido.

Pero no era tarde... Aún se podía producir el cambio...

Tras analizar la situación, realmente decidí que volver a estudiar podía ser la mejor solución, la llave de acceso a un mundo que no se acababa fuera de los dominios de la empresa de motivos verdes triangulares, sino que empezaba ahí. Medité durante muchos días, pensé qué opción tomar y analicé concienzudamente mi realidad en base a los factores económicos, sociales, estudiantiles, temporales, etc. Y con mis constantes vueltas de tuerca al asunto sumados a la maravillosa ayuda de un grupito de personas que habían aparecido en mi vida en esa época de crisis laboral para guiarme como un faro guía a un barco en la noche, tramé y tracé mi plan hasta que ya lo tuve claro: a mi edad, cuando ya parecía que el "cole" y los "libros" habían quedado como un recuerdo lejano, iba a volver a estudiar. Y lo iba a hacer por la puerta grande, la puerta de la Universidad. Yo que en su día no hice la Selectividad porque ninguna carrera me llamaba la atención, que creía que la Universidad no era condicionante para la vida laboral de una persona, que había conseguido una estabilidad laboral que podía durar todo lo que yo quisiera, iba a retomar los estudios en el punto en el que se quedaron (y nunca debieron quedarse). Al principio me inundaron los miedos, tanto a la incertidumbre del cambio como a pensar si realmente estaba tomando la decisión correcta dada mi edad, pero nuevamente el grupo de personas que tanto me han ayudado estaban ahí para disipar mis temores y para animarme a seguir adelante sin que perdiera la esperanza.

A partir de ahí todo fue hacer una valoración de mis posibilidades para escoger una opción que me resultase satisfactoria. Y tras estudiar muchas opciones, al final escogí mi camino: iba a estudiar Información y Documentación, carrera que me resultaba muy interesante por temario y trayectoria, así como por tipo de trabajo; no en vano siempre he tenido una predisposición natural a saber organizar y a disfrutar haciéndolo. Mi camino estaba listo, ahora sólo bastaba con que empezase a andarlo. Poco después de escogerlo, mi realidad laboral durante los últimos años se esfumó completamente cuando me trasladaron de la sucursal oculta de la empresa de triangulos verdosos a la más grande y céntrica. Allí sufrí muchos cambios, algunos me golpearon en la cara poderosamente, otros resultaron no ser tan malos al principio como parecían y otros resultaron ser peores de lo esperado cuando los conocí. Pero ya no importaba: mi plan estaba tramado, mi as en la manga estaba bien guardado para ser utilizado. Y yo tenía un nuevo objetivo en mente.

El tiempo siguiente fue transformar la teoría en práctica, y aunque tenía mis dudas de si podría acceder o no, al final se demostró que no tenía de qué preocuparme: accedí sin problemas, "sobrado" diría yo, y a partir de ahí hice los trámites pertinentes, recopilé información, visité el que será un sitio importante para mí en los próximos años, rellené papeles, presenté documentos, conseguí la carpeta del poder :oD y, en definitiva, pulsé el Start para que empezase a funcionar mi plan: A efectos prácticos, ya era universitario. Ahora sólo había que esperar a que llegase la fecha señalada y comenzar una nueva etapa, un nueva capítulo de mi vida que seguramente iba a cambiar mi existencia por completo.

Y tal capítulo empieza pasado mañana, cuando el primer día de Universidad se inaugura y cuando los frutos del plan trazado durante meses comienzan a florecer: Damas y caballeros, a mi edad, cuando hace exactamente un año estaba con mi rutina diaria sin pensar en el futuro, voy a "volver al cole"!! Seguramente si mi yo actual visitase a mi yo pasado para decirle lo que me esperaba el año siguiente mi yo pasado se hubiera descojonado en su cara. "¿A la Universidad yo, con lo apalancado que estoy? ¡Tú estás flipando, hombre!" Y sin embargo, así es. Un año después todo ha cambiado. Y más que va a cambiar a partir de entonces. Todavía sigo con las cadenas de la empresa de triángulos verdes en mis muñecas, pero sé que es por poco tiempo. Noto cómo el viento cambia de dirección, como en el ambiente se respira la transición, y pese al miedo que produce la incertidumbre, sé que todo va a ir bien. Ahora sólo queda, como me dijo mi mejor amiga un día, "Aprovechar al máximo esta nueva etapa de tu vida". Y creedme, pienso hacerlo.

A Keiko, porque su despido me hizo plantearme que algo no iba bien.
A Nekoi, porque me hizo ver la luz cuando sólo veía oscuridad y me enseñó a no rendirme y a seguir adelante.
A Eisen, por sus constantes charlas y su apoyo a mi causa.
A Mashiba, porque él no veía el tema del cambio como un problema cuando yo sí que lo hacía.

Incluso a ti, Secta del Triángulo Verde, porque si no fueras tan descaradamente estafadora seguramente much@s seríamos meros títeres en manos de tus abusos, muñecos sin voluntad que acatarían todas sus órdenes pensando que el mundo acaba en ti, cuando realmente empieza fuera de ti.

Here I Go Again...